Viaje con Bach

Por Sergio Lozano Torres

Escena 1 

(De fondo se escucha música en piano; una jovencita camina hacia donde surge la melodía)

– Disculpe, señor Juan Sebastián Bach, ¡maestro Bach!
(Un hombre deja de tocar el piano, y pregunta amablemente)
– ¿Qué?, ¿quién me busca?
– ¡Hola maestro! Soy una viajera del tiempo y quisiera…
– Perdona, ¿eres una qué?
– Una… viajera. Vine a buscarlo para hacerle una entrevista breve, si me lo permite.
– ¡Ah! Sí, desde luego; puedes preguntar.
– Gracias. Veamos (saca su cuaderno de notas y una pluma). Maestro Bach usted ha trabajado como organista en iglesias y le han encargado hacer música religiosa. ¿Por qué eligió dedicar su música a Dios? Existe otra música: sobre el amor, la belleza, la naturaleza, o para animar a la gente; y también hay melodías sobre sentimientos humanos como el desánimo, el coraje, la tristeza. ¿Es que la música, si no es para Dios no es buena?
– ¡Mmmh! La música es buena. En mi caso personal, yo elegí dedicarla a Jesús, mi socorro oportuno.
– Entiendo. Ahora por favor dígame, ¿qué melodías tiene planeadas y serían un reto, que lo impulsarían a dar lo mejor de usted?
– Me gustaría hacer música sobre los evangelios; eso va a requerir de un gran esfuerzo, y me daría mucho gozo.
– Por ahora tengo sólo una duda más: ¿para quién compone su música?, ¿a quién la dirige?, ¿es por gusto personal, para que lo conozcan, o desea comunicar algo a la gente?
– Dios tiene muchas formas de actuar. Yo quiero que mi música sirva para atraer a la gente necesitada de consuelo, esperanza, gozo y dirección.
– Maestro, gracias por su tiempo. Me gustaría que en otra ocasión me acompañara para enseñarle algo que podría ser de su interés. No nos demoraríamos mucho.
– Pues espero no estar ocupado, e iré con gusto. Hasta luego.
– Hasta pronto, señor Bach. Nos veremos.

Escena 2 

– ¡Hola maestro Sebastián Bach! ¿Me recuerda?
– Sí, claro; es la jovencita viajera. No pensé que demorarías tanto en volver.
– Perdón, no controlé bien el tiempo. Si usted gusta, podemos ir a que le muestre algo que podría ser de su interés.
– Está bien, vamos.
– Señor Bach, de donde yo vengo es el futuro, mi presente. Haremos un corto viaje. No hay peligro.
– ¡Mmmh! Entiendo.

(El ambiente se oscurece, los viajeros sienten un viento frío y se escucha un ligero y lejano sonido, como un silbido. A lo lejos ven un punto luminoso que crece y crece; y de repente todo se ilumina, a la vez que cesa el viento y el silbido; nuestros viajeros han llegado. El maestro Bach, desconcertado, dirige su vista a un lado y a otro, y gira lentamente su cabeza y luego da la vuelta completa sobre sus pies para ver todo a su alrededor).

 

Escena 3 

 

(Se escucha una música de fondo tenuemente; el maestro Bach va hacia ella primero caminando, luego aprisa. La chica lo sigue despacio. Bach llega a un amplio salón donde un coro de niños canta)

Si me ves que estoy alegre,
es que Él ya vive en mi corazón.

Y si acaso mal me fuera,
Él me da la fuerza para seguir.

A mis ojos da sorpresa
y a mi alma paz y serenidad.

Por eso a Jesús quisiera
siempre en mi vista y mi corazón.

(La jovencita, al terminar la melodía, llega también, tranquila).

-(En alemán y en español) Das ist meine Musik! ¡Es mi música!
-Ahora es de todos, maestro Bach. Si lo permitimos, somos instrumentos que Dios va a usar de formas sorprendentes. La música que usted hizo está en muchas culturas, con adaptaciones en diversos ritmos, y sirve a los fines de Dios.
-(Con gran emoción) ¡Lo sabía! ¡Todo el esfuerzo, las noches, el tiempo, las oportunidades y el talento que me dio iban a servir! Pero nunca imaginé que para otra gente y en otras épocas. Verdaderamente Dios es sorprendente. Jovencita, no entiendo cómo llegamos aquí; pero gracias. Ahora, ¿me podría regresar a mi tiempo? Aún tengo mucho por realizar.
-Desde luego, maestro. Qué bueno que pudimos hacer este viaje juntos.