La siguiente reflexión fue escrita por Sergio Lozano

El autor del libro Eclesiastés inicia con la afirmación de que muchas actividades del ser humano son vanas (investiga por favor en el diccionario el significado de vano). Se pregunta qué provecho tiene el trabajo del ser humano, en el cual se empeña con aflicción. Él nos narra que hizo un experimento en su vida (capítulo 2): consistió en disfrutar de diversos bienes, exquisitos alimentos y bebidas, adquirir casas, huertos, estanques, esclavos y animales, así como tesoros y música bella. Dijo que no negó a sus ojos ninguna cosa que desearan; y que su corazón gozó de todo su trabajo. ¿Cuál fue su conclusión? (lee el versículo 11 del cap. 2). Nos comenta que llegó a aborrecer todos los esfuerzos que puso para adquirir todo, y hasta sintió desesperanza (qué fuerte este sentimiento; ¿será parecido a lo que otros humanos sienten actualmente en sus vidas aunque no hayan tenido tantas oportunidades?). El autor dijo que siempre tuvo a la sabiduría como acompañante en este “experimento” (¿crees que la sabiduría le ayudó a entender y a sobrellevar sus penas?).

Más adelante, él nos comparte haber comprendido que hay un tiempo para todo; que existe tanto la justicia como su contraria, la injusticia; y que hay tiempo para decidir y actuar, ya sea justa o injustamente (¿consideras que los hombres y las mujeres tenemos una idea sabia sobre nuestro tiempo disponible en la vida, y sobre nuestra responsabilidad para decidir y para actuar?).

Posteriormente en el libro, su autor nos comparte diversos consejos basados en sus observaciones sobre la vida, como: buscar compañía, apoyo y consejo; aceptar las correcciones; descansar y no sólo trabajar; actuar en vez de quedarse en el ensueño; escuchar y no apresurarse con un compromiso; disfrutar del fruto del trabajo, en lugar de atesorar y después tener que vigilar lo atesorado.

El autor finaliza con la recomendación de temer a Dios y guardar sus mandamientos.

Yo considero que, al contar con sólo una vida, ojalá que nos hagamos acompañar de la sabiduría, en la juventud (que es cuando nuestros ojos ven diversidad de caminos) y en la edad madura.

Ahora, preguntémonos cada uno las siguientes cuestiones: 1) ¿es malo pensar en cosas como viajes, buena comida, ropa bonita, un mejor trabajo, una moto, la música, o incluso el arte, vernos bien o buscar compañía?; 2) ¿tendremos que conseguirlas y disfrutarlas sin dar explicaciones?; 3) la idea de bebamos y comamos porque mañana moriremos, ¿es cierta, porque desconocemos la duración de nuestra vida y hay que aprovechar cuanta oportunidad tengamos?

Quizás ayude en nuestro autoanálisis la experiencia del autor del Eclesiastés. Tal vez nuestros huecos o necesidades requieren de algo más que satisfactores naturales. Y, ¿si les añadimos el perdón, el consuelo, la esperanza, y una nueva oportunidad ¿cómo hacer esto?, así preguntaba Nicodemo; pero esa será otra historia.