La siguiente reflexión es un texto de Barbara Byer 

Buenas tardes hermanos. Hoy me tocó compartir una reflexión con ustedes. Como preparación para la Semana Santa, decidí leer el Evangelio de Marcos. Son 16 capítulos y si comienzen hoy, y leen dos capítulos juntos algún día, terminarán el Domingo de Resurrección. En Marcos vemos a Jesús en constante actividad. En el capítulo 1 podemos notar expresiones como “en seguida” “al momento”, “tan pronto”, “vámonos” y “al instante”. Solamente en este capítulo vemos a Jesús en el río Jordán, en el desierto, recorriendo la región de Galilea, junto al mar de Galilea y en Capernaúm. Entró en sinagogas y casas. Buscó un lugar solitario para orar.  En estos días que casi todos hemos tenido que cambiar nuestras rutinas, y muchos estamos en casa, es bueno recordar que Jesús sigue activo.

Una de las actividades más notable de Jesús en este capítulo es la de sanar personas de diferentes enfermedades. Los versículos 30 y 31 nos describen a la suegra de Pedro en cama con fiebre. Jesús se le acerca, la toma de la mano y le ayuda a levantarse. Ya sana, ella se pone a servirles. Los versículos 40 al 42 nos hablan de cómo Jesús sanó a un hombre con lepra. De nuevo lo tocó. En ambos casos, Jesús se acerca a personas enfermas. Saben que los leprosos vivían apartados de los demás y tenían que gritar para anunciar su presencia. Tanto en ese tiempo como ahora, una de las medidas para limitar contagios era poner distancia entre los enfermos y los sanos.  Jesús cruza esta barrera y toca personas que las costumbres y los conocimientos de la época no permitían.

Con mucha razón, ahora nos repitan que debemos guardar una sana distancia, no tocar, limpiar, evitar salir. Nos ha costado trabajo a veces, porque estamos acostumbrados a la cercanía física. Qué bueno será cuando podemos abrazarnos de nuevo. Mientras, y siempre, tenemos a Jesús junto a nosotros, estamos en Sus manos y Él nos cuida y nos sana.

Barbara Byer

1o. de abril de 2020