La comunidad de fe existe, entre otras cosas, para ayudarnos a vivir plenamente el proyecto de Dios.
Es en ella donde encontramos testimonios vivos del amor y el poder de Dios, encontramos el alimento que nuestro espíritu necesita para seguir adelante, obtenemos también una familia extendida que nos acepta y nos ama, experimentamos crecimiento y descubrimos dones que tenemos para ponerlos al servicio de los demás. La comunidad de fe existe para crecer y hacer crecer a otros en el amor de nuestro Señor Jesucristo.

 

De tal manera que, al reunirnos, nos encontramos con iguales, pecadores redimidos por el sacrificio de Cristo, seguidores de la verdad que nos hace libres de cadenas que ya no tenemos que seguir arrastrando, donde la fe, la esperanza y la certeza de la presencia de Dios se palpa.

 

Por lo tanto, nos reunimos para encontrarnos con nuestro Señor y Dios Jesús, para compartir y escuchar testimonios de cómo el Señor se mueve entre su pueblo, para compartir nuestras cargas y gozos, para cantar con alegría expresando nuestro agradecimiento a Dios, para estudiar lo que el Señor tiene para su iglesia por medio de la autoridad de la Palabra (La Biblia).

Otra cosa por la cual nos reunimos es, ver y compartir con los demás hermanos y hermanas la vida, ayudándonos por medio de la fe y la amistad a seguir adelante peleando la buena batalla.

 

Por lo anterior, no podemos vivir una vida cristiana sin cristianos (La Iglesia), ya que es allí precisamente donde podemos ver con más claridad el actuar de Dios y lo que quiere de nosotros. También es el lugar donde los dones dados por el Señor se desarrollan y se comparten.
Valoremos la iglesia que tenemos, trabajemos por su crecimiento en todos sentidos. Recordemos que somos sal y luz en medio de tinieblas.